Nuestra casa en las redes:


  5 formas de usar las redes sociales con Atención Plena:

El tercer elemento del Noble Óctuple Sendero es la palabra apropiada o correcta. El que practica la palabra correcta se abstiene de cuatro cosas: mentir, engañar a alguien para beneficio propio o de otro; hablar maliciosamente, calumniar, criticando a otros para sentirse superior uno mismo, o para dividir y enemistar a otros entre sí; de palabras ásperas y abusivas; y de charlas frívolas, en parte porque fácilmente deriva en una de los otros tipos de habla, y en parte por guardar energías para decir aquello que sea realmente necesario, inspirador y provechoso.

En definitiva, se trata de una invitación a reflexionar sobre cómo nos comunicamos con los demás (qué decimos, cómo lo decimos y cuándo), y a indagar en las motivaciones que yacen debajo.

Aunque en el tiempo de Buda sólo se podía hacer referencia a la comunicación verbal, hoy en día no podemos sino incluir internet: nuestras publicaciones de Twitter, Facebook o Instagram, nuestras intervenciones en foros, blogs, nuestro e-mail, etc.

En un tiempo en que las conexiones parecen mercancía y las interacciones en línea pueden volverse ocasionalmente inauténticas, la práctica de la atención plena no es sólo una cuestión de fomentar una conciencia intensificada, sino de relacionarnos con otros y con nosotros mismos de manera significativa, relevante.

Con este objetivo en mente, proponemos unas sugerencias para usar las redes sociales de forma más consciente.

1 – Conoce tus intenciones.
Volvernos conscientes de qué motiva nuestro comportamiento es una parte crucial de la práctica budista. También lo es adquirir la distancia necesaria para ser críticos y cuestionar estas intenciones, deseos y propósitos. Al publicar algo, quizás buscamos aprobación, atención, aprecio, reconocimiento, sentirnos incluidos. Debemos preguntarnos: “¿Estoy buscando ser visto o validado? ¿Hay algo más constructivo que podría hacer para satisfacer esa necesidad?”

2 – Antes de tuitear, pregúntate: 
¿Es verdad? ¿Es necesario? ¿Es amable?
Éstas son tres condiciones clásicas de la palabra apropiada. A veces publicamos pensamientos sin considerar cómo pueden afectar a la totalidad de nuestro público. Es fácil olvidar cuántos amigos están leyendo. Doscientas personas son una multitud en la vida real, pero en línea ese número puede parecer insignificante. Antes de compartir, pregúntate: ¿Hay alguien a quien esto podría herir?.

La elección de “herir” es muy apropiada. No podemos asegurarnos que nadie va a rebotarse, hay gente muy predispuesta a ello; pero podemos ponernos en el lugar de otros y considerar si lo que publicamos puede resultar ofensivo. En el Discurso al príncipe Abhaya, el Buda explica que a veces dice cosas que son desagradables e ingratas para otros, pero que lo hace únicamente cuando lo que dice es cierto y beneficioso; y siempre buscando el momento adecuado.

También podemos relacionarlo con el punto anterior y revisar nuestras intenciones: si publico algo potencialmente ofensivo, ¿es lo mismo hacerlo con la convicción de estar compartiendo algo valioso que hacerlo únicamente para divertirme y sentirme inteligente?

3 – Experimenta ahora, comparte luego.
Es común tomar una fotografía con tu teléfono y subirla a Facebook o mandarla a una amistad. esto se solapa con la experiencia de estar en el momento y compartirlo. También minimiza la intimidad, puesto que todo tu público se suma a tu cita o reunión en tiempo real. Igual que aspiramos a reducir nuestro monólogo interior para estar presentes, podemos hacer lo mismo con nuestra narración digital.

Tomamos tantas fotos y vídeos para recordar cosas que lo más probable es que jamás los miremos luego. Mientras tanto nos hemos perdido la versión en vivo, con la altísima resolución y ‘pantalla’ completísima de la vida real. No hace falta renegar por completo de inmortalizar momentos y compartirlos en las redes sociales; quizás lo que podemos hacer es asegurarnos de que esto no se interpone en nuestra vivencia presente ni la sustituye. Imitando lo que hacemos con las distracciones cuando meditamos, podemos tomar una sola imagen y despreocuparnos, quedando libres para la experiencia del presente. Ya compartiremos luego.

4 – Sé activo, no reactivo.
Mucha gente tiene configurado su teléfono para mostrar notificaciones de actividad de todo tipo: mensajes de WhatsApp, e-mail, comentarios y mensajes en Facebook, retweets, etc. Esto te fuerza a decidir muchas veces a lo largo del día si quieres o necesitas responder. Debemos de explorar otras opciones, como tomar una decisión más consciente de cuándo conectar con las redes y cuándo reservar tiempo para nosotros mismos.

5. La práctica de dejar ir.
Igual que con nuestros impulsos emocionales, puede que sintamos la necesidad de responder a toda actividad en las redes sociales. Pero ¿sería realmente tan grave perderse algunas de esas actividades? Puede parecer descortés ignorar ciertas actualizaciones o tweets; sin embargo, necesitamos respiros para ser amables con nosotros mismos. Date permiso para dejar ir el hilo de ayer. Así no necesitarás ‘ponerte al día’ sobre las actualizaciones pasadas sino que podrás ser parte de la conversación de hoy.

En ocasiones me descubro, en cualquier instante que no tengo nada inmediato por hacer, chequeando de forma impulsiva mis distintas cuentas, por si acaso. Pero, veamos: ¿cómo que ‘por si acaso’? ¿Qué cosa tan importante podría perderme? ¿Qué probabilidades hay de que sea realmente tan urgente?

Antiguamente salíamos repetidamente de nuestro hogar para ver si ya ha llegado el invitado. Hoy este gesto de anticipación ha sustituido el hogar por el móvil y el ordenador. ¿De verdad queremos apelar constantemente a nuestro sistema de alerta, contribuyendo a una atención fracturada y a la agitación permanente? ¿Es esto coherente con lo que intentamos cultivar en meditación? ¿Qué efecto tiene realmente en nuestras vidas?

Las nuevas tecnologías son llamativas y apetitosas: permiten, de golpe, cosas que soñábamos y que nunca habíamos podido hacer. Pero como con toda novedad de este tipo, tras la fiebre inicial debe haber un momento para detenerse, mirar con perspectiva a lo que estamos haciendo y sus consecuencias, y pensar qué buen uso queremos dar a esa nueva posibilidad.


* Fuente: Lori Deschene, ’10 mindful ways to use social media’ on Tricycle Teachings: Mindfulness.